El artículo examina los dilemas regulatorios inherentes a los procesos de licitación de terminales portuarios de San Antonio y Valparaíso, llevados a cabo entre los años 2010 y 2013. A pesar de que las tarifas de los servicios básicos portuarios estaban sujetas a regulación, se optó por la competencia entre terminales como mecanismo preferido para controlar el poder de mercado de los concesionarios incumbentes. Esta competencia entre terminales ha permitido relajar las restricciones de carácter vertical que fueron establecidas en las primeras licitaciones, si bien las restricciones a la integración horizontal se mantienen. Finalmente, se exponen algunas conclusiones para tener en cuenta en futuras licitaciones portuarias.